diciembre 23, 2010

Cuahilama, Santa Cruz Acalpixcan.

En la zona arqueológica Cuahilama de Santa Cruz Acalpixcan se realizaron los trabajos de la primera etapa del salvamento arqueológico por parte del INAH cuyo responsable es el arqueólogo Raúl Ávila López.


Esta etapa marcó el inicio del proyecto para el rescate de la zona y su implementación a futuro como un espacio arqueológico y recreativo en Xochimilco que permita su conservación y el conocimiento e investigación de los asentamientos prehispánicos en esta área de la cuenca.


En la zona se han encontrado evidencias que permiten suponer que ese lugar era ocupado como un espacio religioso y comercial, que tal vez fungía como una especie de aduana y/o limite comercial con las rutas provenientes del sur y sureste del país: Morelos, Guerrero, Puebla, Oaxaca, etc., que permitían el acceso a la zona del lago de Xochimilco y su comunicación con otros asentamientos de la época.



El cerro de Cuahilama tentativamente es la punta o el final del área de asentamientos que se expandía hacia el interior de la meseta que conforman parte de la serranía de los pueblos de san Gregorio, santa Cecilia, san Bartolo Xicomulco y Santa María Nativitas.



En esta primera etapa se ha explorado y calado algunas áreas de la cima del cerro en donde se encontraron vestigios de basamentos y rastros de algunas construcciones, así como huellas de explotación lítica en la falda poniente del cerro que confirman que la cantera del cerro se ocupo para las construcciones que existieron.


En la segunda etapa del proyecto se hará la restauración total de los petroglifos y su protección para evitar que sean dañados.



Algunos datos importantes que considerar como hipotéticos y pertinentes de su investigación y comprobación son los que comento el Maestro Noé Alquicira -habitante oriundo del pueblo- acerca del hallazgo hace muchos años por parte de dos ancianos que buscando “tesoros” hicieron una excavación debajo del glifo Nahui Ollin y encontraron un entierro con las osamentas de humanos y algunos elementos de los cuales se desconoce más información.




Otro punto importante es respecto al cerro llamado Tlacuayelli en el que hay en su cima tres cruces que están orientadas hacia el occidente; dice el maestro Noé que el nombre real es Cuatlayelli, que significaría algo aproximado a “cabeza de sangre” y con el paso del tiempo esta palabra se fue deformando en la que hoy se ocupa para nombrar el cerro.




También existió un lugar llamado Huajal que hoy se ubica en el cerro que está enfrente del Museo Arqueológico, en él se conservaba hasta hace unos años los restos de un basamento en el que actualmente existe una cruz y parte de una construcción particular, cuanta el maestro Noé que ese sitio fungía como mirador vigía en el cual se cuidaba y vigilaban las canoas que se embarcaban en Acalpixcan y que navegaban por el canal de santa cruz hacia el centro de Xochimilco.




Todavía hay mucho por investigar y explorar en la zona, esta primera etapa del proyecto ha servido para evidenciar de manera científica que la zona tiene un potencial enorme como área arqueología, histórica y cultural para Xochimilco.



Es importante que se haga un consenso entre el Inah y la comunidad para plantear un proyecto final que permita entre muchos puntos secundarios algunos primarios como la expropiación o compra del predio, la investigación y salvamento para concluir con la restauración de la zona.



Es importante mencionar que la gestión y la presión hacia las instituciones como el Inah la realizaron los integrantes del Consejo cultural de pueblos Xochimilcas que durante años han impulsado el rescate del lugar.

La expectativa se abre hacia otros sitios potenciales de investigación y rescate arqueológico en Xochimilco: El cerro Texcolli en San Gregorio Atlapulco, el mirador en San Lucas Xochimanca, en Pochtlan en San Mateo Xalpa, etc.


“Hay una ciudad abajo, ésto es la punta de la madeja”.



Fotografías: Colectivo Tollan


octubre 29, 2010

Muertos nos Sabemos



Celebración para los muertos.
Para quienes nos antecedieron en este camino.
Por los muertos pasados y presentes, por su vida y trabajo, por haber existido.

Por el Barrio, para la gente, ofrecemos nuestra reflexión, trabajo y memoria.

Ellos son nosotros y nosotros somos ellos.

Plazuela de Belén, domingo 31 de octubre de 2010.
20:00 Hrs.

Frontera México-Estados Unidos
Foto: Tomas Castelazo

agosto 13, 2010

13 de Agosto de 1521

El sacudimiento de tierra, con destrucción y con muerte, es un llamado a la conciencia, despertar a la realidad para contemplarla, analizarla y valorarla, en busca no ya de paliativos sino de una respuesta cabal. Es éste tiempo de crisis: endeudados y con metrópoli herida. ¿Cual queremos que sea nuestro destino?




“Nuestra tierra es muy grande”, proclama un canto de los antiguos mexicanos. Es ésta la tierra donde se han producido a través de los milenios los mantenimientos que a millones nos han dado vida: el maíz, tonacáyotl, nuestra carne y sustento, el frijol y el tomate y las calabazas y los chiles y tantas cosas más. ¿No será posible encontrar alicientes para que nuestros campesinos, que tanto han amado a su tierra, reanuden con ella el dialogo para vivir, si no en la abundancia al menos con cuanto requiere la dignidad de los hombres? ¿Nunca llegará el día en que para esos campesinos sea mucho mejor, en lo social y económico, continuar en la producción de alimentos que venir a hacinarse en los cinturones de miseria de la gigantesca ciudad con millones de seres desnutridos?




¿Y no será dado, para poner coto a la macrocefalia, encontrar los caminos para la tantas veces anunciada desconcentración? Suena poco grotesco leer la noticia como la de que ésto ya se ha iniciado porque una simple dependencia gubernamental ha decidido trasladarse a alguna población en extremo cercana a la gran ciudad y, a casi sin quererlo, hacerla participe de los males que aquí nos agobian. ¿Y no hay por ventura remedio para que los miles de autobuses que corren por las calles y avenidas, dejen de parecer cometas con sus caudas de humo y dejen también de tronar el espacio con ruidos que nos dicen: importa saber cuántos decibeles alcanzan? A veces parece que de nuevo, la diosa madre se oye en la noche y repite su triste lamento: “Hijitos míos, pues ya tenemos que irnos. Hijitos míos, ¿a dónde os llevare?”




Profecías y presagios se agolpan en el pensamiento. Tomar conciencia y dolerse del mal que nos hiere puede ser punto de partida en busca de respuestas, o mejor de la respuesta que debe abarcar la suma de los problemas. Aquí estuvo la región más transparente del aire; aquí, en medio de los lagos, la ciudad parecía un jade cuando sus templos y palacios reverberaban a la luz del sol. Yo, que nací en esta ciudad, en verdad necesito y quiero creer en la primera de todas las profecías, la de la gloria y la fama de Mexico-Tenochtitlan que no acabaran, no se perderán, en tanto que dure el mundo.





Fragmento del ensayo “En tanto que dure el mundo. Profecías de la gran ciudad de México” de

Miguel León-Portilla. Noviembre de 1985.

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